Cuando viví en Sevilla, en la década de 1980, traté mucho a Aquilino Duque y le tuve mucho aprecio.
Era la época en que él aún
viajaba con frecuencia por motivos profesionales, de ahí la clave de este poema
que le escribí -calculo que allá por 1993- para un número que le dedicó La Mirada, el suplemento literario de El Correo de Andalucía.
Murió ayer, a los 90 años.
SEÑOR ERRANTE DE VIÑAMARINA
Con aspecto atildado de cónsul excedente,
de espía retirado, de escéptico inventor
de ingenios industriales, escritor de best sellers
que apenas si se venden, con su aire de lord
rural que siembra rosas y edelweiss en la nieve
bajo el rojo crepúsculo de Trieste -¿o de Bangkok?-,
vive en la recia paz del Bormujos agreste
este duque aquilino, de oficio traductor
en remotas regiones de la confusa Europa
y sofista barroco –es un modo de hablar-
con respecto a los graves desatinos del siglo.
Siempre errante y lejano, como un rey sin corona,
por los perdidos mundos de Dios y el viejo zar,
nos preguntamos todos: “¿Dónde estará Aquilino?”.
Cierto, dónde estará Aquilino.
ResponderEliminarPara mí la noticia, lloviendo en Santander, al leer a Tamarón.
La lluvia refuerza la tristeza, como cuando empieza el frio en otoño.
La Mirada...ese suplemento del Correo eran una joya literaria...
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