Esta fotografía anónima podría haberla firmado Cristina García Rodero.
El retratado es Arturito, que ni de viejo perdió el diminutivo, en atención a su candidez.
Se dedicaba a rifar cosas: cestas de alimentos, radiocasetes, ventiladores, niños jesús de escayola...
Creo que nadie se preocupaba por enterarse de si su cupón había sido premiado, porque aquello tenía mucho de rifa abstracta: no te importaba el premio, sino el echar una mano a Arturito en su ilusionado negocio de azares.
Era afectuoso y respetuoso con todo el mundo y no se le entendía lo que hablaba, pero sabías que era amable lo que intentaba decirte cuando te alargaba, con una sonrisa rígida, la papeleta, firmada al dorso por él con un garabato.
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Qué entrañable, Felipe.
ResponderEliminarLe recuerdo como si fuera ayer. Me acercaba con delicadeza los camaleones que algunas veces llevaba en los hombros y yo los tocaba con repelús(deambulaban felices por su camiseta, te lo aseguro).
Me dice un WhatsApp de mi hermano que sorteaba también virgencitas y nancys, y que cuando le preguntaban que a quién le había tocado, siempre respondía que "a una de Sevilla". Tiene que haberle ido bien, por el amor de Dios.
Nos vamos quedando viejos, carajo.
Un saludo,
Carlos