Me hace mucha gracia una frase de Tom Waits: “Un caballero es una persona que sabe tocar el acordeón y no lo toca”.
Hoy, sin embargo, un caballero, en la calle comercial del pueblo, interpreta a Bach con su acordeón, a lo que quieran darle.
Y, de 
repente, si cierra uno los ojos, no está en una calle comercial 
pueblerina, sino en una catedral húmeda, pensando sin pensar en cosas 
parecidas a la eternidad y a la muerte o, si hay suerte, en el prodigio 
-sin porqué, sin más- de la música.
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