(Publicado el sábado en prensa)
Comprendo que un sábado no es el
día idóneo para citar a Aristóteles, pero recordemos aquella frase que abría su
“Metafísica”: “Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber”. Lo
curioso es que ese anhelo de sabiduría puede estimularlo cualquier cosa,
incluida una compañía eléctrica, por lo que les cuento… La empresa que amablemente
me suministra la electricidad acaba de mandarme una carta en la que me anima a sustituir
las bombillas incandescentes por bombillas led, con el argumento de que estas
últimas “respetan la intensidad, la calidez y el color de luz que tú prefieres
para la decoración de tu hogar”. Eso está bastante bien: que las bombillas
respeten, porque más vale no imaginar un comportamiento irrespetuoso por parte
de las bombillas. Dentro de ese clima de respeto, en fin, mi compañía eléctrica
me sugiere respetuosamente el uso de unas respetuosas bombillas led, y
respetuosamente sopeso su oferta.
Hasta
ahí todo en orden: las bombillas led, el respeto… Lo misterioso viene cuando me
aseguran que con esas bombillas no sólo reduciré mi consumo de energía en un
80%, sino que además mi factura eléctrica podría reducirse en un 10%. Reconozco
que las matemáticas nunca han sido mi pasión, pero me atrevo a sospechar que
hay algo anómalo en esos porcentajes. Una voz de origen parapsicológico me
susurra que algo no cuadra, que algo chirría, que hay un factor poco respetuoso
en esa propuesta… De modo que, según pronosticó Aristóteles, se me activa el
deseo de saber. En concreto, el deseo de saber por qué motivo, si ahorro un 80%
de consumo, sólo ahorro un 10% en la factura, cuando se supone que ambos
ahorros deberían ser no digo que equivalentes, porque la candidez tiene un techo,
pero sí al menos proporcionales. De sobra entiende uno que a las compañías
eléctricas hay que pagarles incluso cuando tenemos la luz apagada o cuando nos
abastecemos de energía solar.
De sobra se resigna uno a comprender que un
oligopolio no se dedica a vender una materia tan abstracta y tan lírica como lo
es la luz por motivos abstractos y líricos. De sobra sabe uno, en suma, que
existe un enigmático déficit tarifario que debemos purgar entre todos, como si
ese déficit fuese una versión eléctrica del Pecado Original. Pero lo que se
entiende peor es el planteamiento: que consumamos menos para que la compañía
pueda multiplicar sus beneficios. Ni al jefe de la organización criminal Spectra
se le hubiera ocurrido una maniobra tan sutilmente retorcida como la ideada por
los cerebros de Endesa: que ahorres un 80% de consumo eléctrico para que la
compañía pueda ganar un 70% más de lo que ya gana. Y algo que roza la
genialidad mercantil: ni siquiera te regalan las bombillas led, las
respetuosas, sino que te las venden.
Hay
días, en fin, en que es mejor no acordarse de Aristóteles.
.
Creo que la mayor parte del consumo energético de una vivienda se la llevan los electrodomésticos y, en caso de que utilices radiadores eléctricos, la calefacción. La iluminación no llega a ser el 15% del total, de modo que aunque decidieras alumbrarte con velas (bien por ser de natural inclinado al romanticismo, bien por llevarle la contraria a la compañía, que presume de conocer la intensidad y el color de la luz que te gusta), no conseguirías reducir mucho tu factura.
ResponderEliminarPero pavoroso del todo.
ResponderEliminarRespetuosamente Felipe, si como apunta José Pedro las bombillas representan el 15% del consumo total y ahorras un 80% en el consumo de estas, reducirás el consumo total en un 12%.
ResponderEliminarSí, pero en la publicidad no desglosan el porcentaje. Simplemente ponen: "Reducirás tu consumo de energía en un 80%".
ResponderEliminarY eso no pasa de ser una burda publicidad engañosa, creo.