En los cuentos de hadas, las princesas suelen
padecer pequeños y desagradables contratiempos, generalmente derivados
-por una cosa o por otra- de su amor por el príncipe rubio, pero luego todo se soluciona y se
impone el final de felicidad radiante, con el sacrificio ritual de
algunas perdices.
En nuestros días y en nuestro país, la novedad narrativa consiste en la incorporación de la figura benévola de un fiscal anticorrupción (el hada del cuento) dispuesto a luchar contra el juez dragontino para salvar a la princesa -y al príncipe rubio, si salió travieso, que le den mucho por culo, porque, en los cuentos de hadas, las travesuras no son bienes gananciales.
Un príncipe consorte es eso, un tío consuerte, mala si se le termina.
ResponderEliminarAhora, en vez de venir de lejanas tierras (como el de la "Sonatina"), parten hacia ellas con el rabo entre las piernas.
ResponderEliminarMenuda perla de Ormuz.
La vie rose que traducido al castellano supongo significa " se van de rositas "
ResponderEliminarSi no estoy equivocado otro año "sin hacer" la feria del libro de Sevilla. Me hubiera gustado verlo en la "plaza", Nueva, claro, firmando ejemplares de su último libro de poesía.
ResponderEliminarEn fin, otra vez será.
Uno de la Judería
Yo me voy a quitar de esto de la monarquía, se lo aseguro.
ResponderEliminarHombre, amiga "ballerina", lo del "rabo entre las piernas" ¿no tiene un ligero matiz obsceno? Vamos,digo yo.
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