D
I N E R O
Tras una
combinación difícil, bajo llave,
protegido por
poleas de acero,
camuflado en unas
siglas
o en el cajón
secreto del avaro,
duerme en su
soledad plenipotente
de dios
convencional de todo esto:
de los teatros
mercantiles,
de la Bolsa enigmática y cambiante
como la luna, en
su condición
de testaferro
manoseado del oro,
suma y resta del
todo y de la nada,
multiplicador
del poder y de la angustia,
irrealidad
portátil en su ruta estratégica,
hundiendo,
rescatando, inflacionando,
dragón herido
siempre por la espada
enmohecida de la
incertidumbre,
en su cueva
especulativa.
Mendigo
arrogante de la capa bordada,
misterio
desvelado en la exactitud de los porcentajes,
por activo y por
pasivo,
abstracción
callejera, metal de calderilla,
prestidigitador
de operaciones en el aire
a escala mundial
y, sin embargo, también de casi nada:
el niño que
cuenta unas monedas
ante el kiosco,
midiendo su poder
de apropiación
del mundo, calculando
lo que cuesta un
deseo, la mercancía
del corazón, el
ansia oscura.
F.B.R.
.
F.B.R.
.
Por fortuna este poema no tiene precio. Gracias.
ResponderEliminarGracias Felipe.
ResponderEliminarExcelente.
ResponderEliminarUno de la Judería.
El dinero es el artificio original. Lo que no sabe el niño que va al kiosco es que por el mero hecho de ser español debe 25000 € sin comerlo y mucho menos beberlo .
ResponderEliminarChao
A los poetas les pasa como al dinero: lo son por activo o por pasivo. Saludos
ResponderEliminar¡¡¡Que gran poeta nos ha dado la vida!!! Gracias Felipe. Viajará en El Tranvía.
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