Me hace mucha gracia una frase de Tom Waits: “Un caballero es una persona que sabe tocar el acordeón y no lo toca”.
Hoy, sin embargo, un caballero, en la calle comercial del pueblo, interpreta a Bach con su acordeón, a lo que quieran darle.
Y, de repente, si cierra uno los ojos, no está en una calle comercial pueblerina, sino en una catedral húmeda, pensando sin pensar en cosas parecidas a la eternidad y a la muerte o, si hay suerte, raptado por el prodigio -sin porqué, sin más- de la música.
Suele pasar que lo excepcional se presenta ante nuestros ojos sólo para no ser visto. Saludos.
ResponderEliminarEn las profundidades del metro de Madrid, dos músicos, uno con violonchelo el otro con violín, me hicieron sentir cosas parecidas a la felicidad plena, en un ajetreo de prisas cotidianas y con la música defondo.
ResponderEliminarLONDRES.-
Dos bellos regalos amigos y amigas:
ResponderEliminarKeith Jarrett - The Melody at Night, With You.
Warren Vache - Ballads and Other Cautionary Tales (2011)
Buscadores de la belleza,en cualquier sitio, a cualquier hora. ¿Será esa busqueda la que evita el sinsentido de la vida?.
Mi pequeño homenaje, con tu permiso:
ResponderEliminarhttp://riografia.blogspot.com/2009/06/kepa-el-alma-y-la-materia-oleo-de.html
En la calle Sierpes las otras noches, la calle estaba solitaria y un hombre tocaba Seal - Stanb By Me.
ResponderEliminarEra la una de la madrugada, un silencio exquisito y la calle casi vacía.
Era la gloria...
Bach en una calle pueblerina es lo inverso a Los Pajaritos en la Avenida de la Constitución de Sevilla el sábado por la mañana.
ResponderEliminarCierras los ojos y casi te dan ganas de mover los brazos y tocar palmas. O de coger una recortada y soltarle un plomillazo al "caballero". O subirte a una rama del magnolio cernudiano y cagarte en tó.