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Nuestra época parece proclive a la atribución de prestigios y de heroísmos desconcertantes.
“Carmen Balcells posee puesto fijo en la literatura mundial”, leíamos ayer en EL PAÍS. (¿Como Shakespeare, como Proust, como Cervantes, como Kafka…?) “A la hora del business soy implacable”, afirmaba por su parte la poseedora de ese puesto fijo.
En estos días se glorifica la importancia del archivo de su agencia literaria. Un archivo de empresa, al fin y al cabo, aunque entre los proveedores se contasen escritores célebres. Al fin y al cabo, business, como quien dice.
Con respecto a ese archivo, Balcells tuvo al menos tres habilidades, a saber: la primera de ellas, quitárselo de encima; la segunda, vendérselo al Estado por 3 millones de euros; la tercera, hacer que la venta pareciera un regalo al Estado.
Ahora nos enteramos de que en 1991 Balcells propuso a Gil y Gil el encargo de un libro a Camilo José Cela sobre Marbella, a cuya alcaldía acababa de acceder el tal Gil para poner en marcha su carrusel de corrupción y de matonería. El precio lo fijaba Balcells en 250 millones de pesetas.
Según informa hoy igualmente EL PAÍS, “para vestir la oferta, se enumeran una serie de medidas relacionadas con la idea, que incluyen la grabación de un anuncio con Cela en coche ("un Morgan o un Saab descapotable" para diferenciarlo del Rolls con el que realizó su segundo viaje a la Alcarria), que estaría conducido por Marina Castaño”. El proyecto no prosperó, aunque sospecha uno que el fracaso de la operación no se debió a un fogonazo de sentido común por parte del alcalde ni desde luego a la falta de insistencia de la agente. Falló algún factor misterioso en aquel business.
Lo dicho: heroísmos desconcertantes: de comerciante eficiente a gloria -con puesto fijo- de la literatura mundial.
Quién pudiera.
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Una agente que hace bien su trabajo no es suficiente para que ponga un pie en el Olimpo. Por su parte, Cela siempre haciendo de Cela. Saludos.
ResponderEliminarMe parece delirante . Nunca llegué a imaginar que Jesús Gil leyera libros. Creo que como mucho leyó la hoja parroquial de Marbella, si hubiera leído la transformación de GREGOR quizás habría sido menos temerario en sus andanzas. Saludos Manuel
ResponderEliminarConfundir al encomendador con el escritor, de nuevo es mercantilizar una labor hasta extremos que merecerían un personaje en los sueños de Quevedo o un infierno en Dante, no por méritos del susodicho sino por debilidad del artista.
ResponderEliminarHola Felipe,
ResponderEliminarA mí me parece que el disparate no está tanto en el cometido como en la persona, de las andanzas de Balcells que tú perfilas con tanto tino no se puede desprender más que un rictus de hastío, jamás de admiración. Otra cosa es el ensalzar la labor de otros editores, p. ej. Jorge Herralde con sus buenos años de Anagrama, sin que ello les capacite para optar a un rincón en el "olimpo" de la literatura, si que les habilita para que sea reconocida su labor en pro de la literatura.
Quién pudiera??
Saludos
Esquive Usted lo que pueda, Maese Benítez. Lo que pueda.
ResponderEliminarNo son pocos los escritores que se venden. Y por mucho menos que por 250 millones de pesetas. Sobran mercenarios, y faltan financieros.
ResponderEliminarUn saludo
Pues la agente acaba de protestar contra el Ministerio por airear los papeles que le dio a la prensa, porque pueden afectar a su honor e intimidad: http://www.elpais.com/articulo/cultura/papeles/Balcells/cal/canto/elpepucul/20111121elpepucul_3/Tes
ResponderEliminarAcabará sabiéndose que Gil y Gil fue, en realidad, el último "negro" de Cela. A.T.
ResponderEliminarEl comentario de Trapiello salió cortado. Va íntegro: "Acabaremos sabiendo que Gil y Gil fue el último "negro" de Cela" y la
ResponderEliminarpropia Carmen Balcells la madame de la que habla García Márquez en ese
libro de las tristes putas".