Un visitante de este blog me preguntaba si tenía yo cuadernos. Sí, claro. ¿Qué haría uno sin ellos?
Los míos no están a la altura ornamental -digámoslo así- de los de Trapiello -y no hay falsa modestia en la apreciación-, pero ahí van algunas muestras. No pierde uno nada... ni ganan ustedes, de modo que quedamos en paz.
Los míos no están a la altura ornamental -digámoslo así- de los de Trapiello -y no hay falsa modestia en la apreciación-, pero ahí van algunas muestras. No pierde uno nada... ni ganan ustedes, de modo que quedamos en paz.
Pues menos mal que no ganábamos nada... Gracias por compartirlos.
ResponderEliminar(me encanta esa caligrafía tuya.)
Felipe: no enseñaremos los míos. En ellos he descubierto que en mí se esconde un médico vocacional. Abrazos.
ResponderEliminarQué cosa más delirante y submarina. Por favor, anótenos el nombre de su proveedor (de sustancias estupefacientes, digo), que nos interesa conocerlo.
ResponderEliminarGracias, Miguel Ángel. Muy amable.
ResponderEliminar¿El secreto doctor Martínez Clares?
Señor Microalgo, al dealer lo detuvieron.
El secreto es la caligrafía... deleznable. Abrazos
ResponderEliminar