En Lucera, un pueblo italiano -bonito, descacharrado y triste- de la región de Apulia, de pronto, al lado de la pulcra plaza del Duomo, este reclamo inquietante, porque calcula uno que el doctor De Peppo curará ya pocas cosas, aunque ahí sigue el cartel de su negocio, oxidado y artesanal, con la misma tenacidad que las ruinas clásicas, rotulado por alguien con poco pulso quirúrgico, desde luego.
Me trae a la mente imágenes dantescas de quirófanos sucios y usos quirúrjicos equivocados. Saludos
ResponderEliminarSi el bisturí está igual, tenemos el tétanos asegurado. Ahora bien, tratándose de Lucera (qué topónimo tan bucólico) las cosas pueden ser bien diferentes.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tan originales regalos.
Yo por si acaso espero no ponerme enfermo alli
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Felipe,
ResponderEliminarA mi me gusta el cartel, tiene el sabor de un tiempo hecho a mano, en Barcelona hay comercios que han conservado en su fachada elementos de este tipo y le dan mucho sabor, eso sí, normalmetne restaurados.
La foto es tuya?
Saludos
Gracias por los comentarios.
ResponderEliminarA mí también me gusta mucho el cartel, claro. Por eso lo he colgado aquí.
La fotografía la hizo Francesco Ardolino con su flamante ¿iphone?... o similar.
Bonita foto de sabor añejo.
ResponderEliminarEs un cartel muy evocador, sí, trae a la cabeza imágenes poderosas. Recuerdo en Malta, creo que era en la misma La Valetta, en que había una casa con el símbolo de un hacha esculpido en la piedra: señalaba el lugar donde vivía el verdugo.
ResponderEliminarSaludos
En Cádiz quitaron un azulejo añejísimo, en una cafetería de la Plaza de San Francisco. Desde entonces, a modo de individual protesta, nunca he vuelto a sentarme allá a tomar algo.
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