Lo peor que puede pasarle a uno en este mundo es nacer pollo. Bueno, puede haber algo peor: nacer pollo y tener la misma inteligencia que un pulpo, pongamos por caso, porque la verdad es que los pollos no andan muy allá en cuestiones de comprensión y discernimiento, quizá porque demasiada tarea intelectual padecen por el simple hecho de asumir que son pollos. Naces pollo, en fin, y te pasas la vida absorto y meditabundo, sumido en cavilaciones, intentando buscarle un sentido trascendental al hecho de ser pollo, aunque al final te das cuenta de que ser pollo no tiene trascendencia alguna y que lo más probable es que te coman frito al estilo de Kentucky o en pepitoria. De ahí el drama esencial del pollo.
Hace unos días leíamos la noticia de que un pollo se había escapado de una granja de Soria. Dicho así, parece una hazaña trivial, pero hay que tener en cuenta que las granjas avícolas suelen disponer de más medidas de seguridad que Guantánamo. No se sabe cómo, el pollo burló a sus vigilantes, echó a correr por aquellos campos de reminiscencias machadianas y llegó a Madrid, donde vivió su peculiar aventura de prófugo.
Como saben, el pollo fugitivo entró en una entidad bancaria y, al rato de observar los trajines propios de esos comercios, le atormentó una paradoja: una multitud de pobres confiaba sus ahorros a una minoría de ricos para que los ricos fuesen más ricos y ellos igual de pobres. Según testigos presenciales (¿puede haber testigos ausentes?), el pollo salió de la sucursal con lágrimas en los ojos, que, a falta de pañuelo, se secaba con el ala derecha.
En su ruta azarosa, entró en el Congreso de los Diputados, donde el presidente de aquella institución, al confundirlo con un diplomático de un país exótico, le regaló un ejemplar de la Constitución de 1812. “La piel de la encuadernación es de vaca, no de pollo”, le tranquilizó el susodicho presidente, y el pollo suspiró, porque lo único que les falta a los de su especie es que, en estos tiempos de ahorros y miserias, encuadernen los libros con piel de pollo o de gallina. Con su libro bajo el ala, salió el pollo del Congreso y se encaminó a la llamada Puerta del Sol, donde un espabilado le propuso un trueque: una bolsita de alpiste a cambio del libro. El pollo, que no había desayunado, accedió de buen grado.
Anduvo el pollo, en fin, de aquí para allá, tomando nota mental de todo por si algún día le daba por escribir una “Guía turística de Madrid para pollos”. Hasta que tuvo la mala suerte de entrar en un MacDonald´s y le preguntó al camarero si había trabajo para él. “Por supuesto que sí. Pasa a la cocina”, y allí acabó la odisea del fugado.
Les cuento esta historia trágica del pollo de Soria para que no caiga, como tantas otras, en el olvido.
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Buenos días Felipe, se puede encontrar algún artículo mejor que éste, pero es muy difícil, a mí desde luego me ha encantado, te felicito con muchas ganas. Enhorabuena. Un abrazo
ResponderEliminarPrimitivo
Emotiva,divertida y brillante la historia del pollo fugitivo que gracias a ti,jamas caera en el olvido
ResponderEliminarUn abrazo
jajajaja. Maravilloso, Felipe.
ResponderEliminarÉse era primo del que acabó en la misa negra aquella...
ResponderEliminarComo dice la canción:
Si nasiste pa martillo
der sielo te caen loh calvoh...
Prometo no dejar en el olvido las peripecias de nuestro amigo el pollo. Eso sí; ¿de qué especie eran los amiguitos que se encontró en el Congreso?
ResponderEliminarSaludos
D. Felipe, si es que no hay que entrar en ningún Mac Donald´s. ;-)
ResponderEliminarDe link a link llegué “A media voz” y quedé prendada de tu Poesía. Ahora, este pollo, que aunque tierno, no escatima verdades.
ResponderEliminarTe dejo mis saludos y, con tu permiso, me hago seguidora del blog.
Un saludo agradecido desde Argentina.
Recordaremos al pollo soriano, porque se lo ha ganado. Si es que Soria siempre dio buenos pollos.
ResponderEliminarLo tendrá la tierra, digo yo...
Excelente, Felipe.
Un saludo
Con lo bien que iba...
ResponderEliminarPorque con el amplio conocimiento en psicología pollera adquirida en el gallinero soriano, las nociones de finanzas que aprendió en el banco , la magnífica encuadernación de la constitución de 1812 como ejemplo de un buen libro, y el buche lleno,(sensu estricto), el proyecto de escribir “Guía turística de Madrid para pollos” tenía asegurado un éxito editorial por todo lo alto.Por lo que yo sé habría sido sido la primera obra editada al respecto y anda que no hay pollos en Madrid -oriundos y turistas-.
No, si lo tenía bien pensado, por eso se largó del gallinero. Lástima que para uno que salió listo, acabara seducido por los colorines amarillos de MacDonald´s.
¿Creería acaso que La gran M era un especie de maiz gigante?.
Ya lo siento, ya. Menos mal que gracias a usted D. Felipe,la cuasi proeza del pollo de Soria no caerá en el olvido. Algo es algo.
Un saludo cordial de Á.
Hola de buenas noches...
ResponderEliminarPasaba por estos lares y entre a saludarte y leerte, ha sido un placer descansar un ratito en tu bello rincón..
Saludos de bellos sueños
El padre Duero nunca olvida a sus hijos, dicen, aunque los muy ingratos escupan en sus aguas...
ResponderEliminarCon tu emotivo homenaje, Felipe, nosotros tampoco olvidaremos ya sus desventuradas andanzas.
Descansa en paz, soriano pollo.
Gracias por los comentarios.
ResponderEliminarEl pollo soriano, gracias a vosotros, no caerá en el olvido.