Hasta hace poco, manejábamos el concepto de sueño reparador en un sentido equivocado, ya que identificábamos esa tarea pasiva de reparación con el hecho de dormir ocho o nueve horas seguidas, y alardeábamos de esas proezas hipnóticas sin saber que en realidad nos estaban matando: “Anoche dormí doce horas”, y lo decíamos con orgullo irresponsable, en el caso de que todas las manifestaciones del orgullo no constituyan una irresponsabilidad en sí mismas.
Un estudio científico acaba de revelar que los insensatos que duermen una media de ocho horas diarias viven menos que quienes duermen una media de seis, que es la medida de sueño que asegura la longevidad. Si duermes seis horas al día, te pasas la vida muerto de sueño, con ojeras y abotargado, malhumorado y con el pensamiento espeso, pero duras la intemerata, mientras que si acostumbras dormir a pierna suelta, te mueres antes, porque el mucho dormir es una variante hedonista del suicidio, aunque llegas a la muerte con una cara excelente.
Esto ya se lo vieron venir los griegos antiguos, cuando, en sus complejas genealogías sagradas, hicieron a Hipnos, dios del sueño, hermano gemelo de Tánatos, hijo de la Noche y personificación de la muerte, al que Hesíodo atribuía un corazón de hierro y unas vísceras de bronce.
A nuestro desengaño de las bondades del sueño prolongado debemos sumar ahora otro desengaño alarmante: según un estudio, el 12% de los ingresos hospitalarios están causados por los medicamentos. Te tomas un jarabe para la tos y puedes acabar en urgencias echando baba por la boca, como si fueras la niña de El exorcista. Te tomas un somnífero, porque quieres matarte un poco a fuerza de dormir, y lo mismo acabas metido en una ambulancia con síntomas de infarto cerebral.
El mayor riesgo, no obstante, lo representa la aspirina. Te levantas con dolor de cabeza, porque anoche tuvo lugar la celebración de la boda babilónica de un primo tuyo (pongamos por caso), echas en un vaso una aspirina efervescente y lo mismo acabas con una hemorragia digestiva, porque no tienes unas vísceras de bronce como las de Tánatos.
La vida, en fin, es un lío por sí misma, pero los estudios científicos nos proporcionan estupores complementarios. Lo que ayer teníamos por beneficioso se vuelve hoy dañino. Lo que ayer gozaba del prestigio de la salubridad se transforma en un veneno. Te echas una siesta y resulta que estás matándote un poco. Te tragas un fármaco y lo mismo acabas enchufado a un gotero. Suena el despertador a las seis de la mañana y sueltas por la boca media docena de blasfemias, a pesar de que ese pitido está alargándote la vida. Y así no hay quien se aclare.
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Pues a mí me parece que a más de un científico de estos le vendría bien dar una cabezadita (risas).
ResponderEliminarPor lo demás, Felipe, está claro que tu estilo goza de buen sueño. Y mira por dónde, no sé por qué, tus informaciones y divagaciones me han inspirado esto, que a lo mejor le faltan horas de sueño:
EX PAREJA DE SUEÑOS
Nosotros que aprendimos a amarnos de inmediato,
más que a dar vueltas y vueltas en la cama,
tenemos que aprender a no dormirnos enseguida.
Un abrazo, maestro (se me llena la boca cuando lo digo, sinceramente).
Yo lo único que sé es que lo que mata es vivir, y con tanto sinvivir nos moriremos igual, no sé si antes o después, pero con cara de susto.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto.
ResponderEliminarCualquier dia nos dicen que el aceite de oliva es veneno.
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Y así, buscando aclararnos, se nos escapa la vida, que es mucho más sencilla, que discurre con menos quebranto si la dejamos a sus anchas... Un abrazo desde otro lugar, donde mi cuerpo, ignorante e irresponsable, me demanda cada día una siesta.
ResponderEliminarPor lo pronto, eliminemos la aspirina tras la boda babilónica. Contra la resaca, zumo de tomate y cerveza.
ResponderEliminarMuy bien ese epigrama, Alejandro.
ResponderEliminarVivimos repantingados y apoltronados en verdades como puños (perdón por la imagen poco decorosa;-)) Sin embargo,¿Cuánto tiempo es verdad una verdad?
ResponderEliminarLeí un estudio sobre la duración de la verdad en Medicina...Al parecer la edad media de una verdad en éste ambito vendría a ser de 45 años...
Y bueno, ¿Cuánto tiempo sería verdad una verdad filosófica? Y ¿una "verdad" cotidiana, un juicio acerca de alguien, un rumor, una especulación?