(Publicado en prensa)
Estamos ya sugestionados por el más puro
ambiente navideño. Por ejemplo, Otegi y Puigdemont se han reunido en Bruselas.
Para hablar de sus cosas.
En la nota de
prensa difundida tras el encuentro, EH Bildu proclamó que “siendo conscientes
de la complejidad del contexto actual, ambas fuerzas políticas han convenido en
la necesidad de la colaboración entre ambas naciones”. Es decir, ambas naciones
–dicho sea en sentido no tanto figurado como en sentido utópico, al menos de
momento- no van a colaborar de manera inconsciente, a lo loco, sino desde la
plena consciencia de la complejidad del contexto actual, se supone que porque
tanto los contextos pasados como los futuros, lejos de padecer complejidad, se
caracterizaron y se caracterizarán por su simpleza.
Se supone
también que la complejidad del contexto actual contribuirá a que ambos líderes intenten
sacar de España a sus respectivas naciones, pero esperemos que no para sacar
las cosas actuales de su contexto, porque eso sería ya el colmo de la
complejidad, una complejidad inasumible incluso para el contexto.
Mientras
tanto, nos llegan los ecos de la berrea de algunos políticos en celo, algo que,
en estas fechas tan entrañables, aparte de una lógica irritación, nos provoca
también una ilógica compasión, pues, a poco que uno haya visto algunos
documentales de animales salvajes, sabe lo difícil que resulta que las hembras
accedan a los deseos de apareamiento de los machos rijosos, en cuyo pensamiento
resuena, de manera constante, una especie de onomatopeya: chunda-chunda.
Y es que
ocupas un cargo público relevante y se te trastorna el contexto, el contexto
como cosa en sí, digamos, y entonces te confundes del todo, porque te crees un
macho alfa, aunque en realidad solo seas el presidente de una diputación o una
de las manos derechas del presidente del Gobierno, que ese sí tiene un montón
de manos, igual que Vishnu, el dios de los hindúes. En concreto, cuatro manos:
la de Ábalos, la de Cerdán, la de Salazar y la suya propia, que es con la que bendijo
a los propietarios de las tres manos restantes, unos completos desconocidos
para él, para el ingenuo presidente, que en este caso podría repetir la célebre
frase de Blanche DuBois en Un tranvía
llamado deseo: "Yo siempre he dependido de la amabilidad de los
desconocidos".
De todas
formas, hay que reconocer que aquellas bendiciones tuvieron lugar en otro
contexto, no tan complejo como el actual, como bien saben Otegi y Puigdemont,
a los que separan tantísimas cosas, como separatistas natos que son, pero a los
que hermana un sentimiento superior al de la media: el micropatriotismo, que no
por micro es menos verdadero y vehemente que el macropatriotismo que ellos
denuncian como fuerza opresora de sus respectivos microcontextos micropatrióticos...
o algo así.
Por
su parte, el secretario general de la OTAN anuncia que, de aquí a cinco años
como mucho, Putin declarará la guerra a Europa, actualmente hostigada desde el
oeste por las ventoleras de un payaso loco y desde el este por la megalomanía
de un payaso macabro.
Dicho
de otra manera: felices fiestas y próspero año nuevo.
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