lunes, 26 de febrero de 2018

EXPRESIONES



(Publicado el sábado en prensa)


El concepto de “libertad de expresión” está sujeto a la libertad de expresiones de todo tipo, en ocasiones hasta el extremo paradójico de que alguien disponga de libertad de expresión para quejarse de la falta de libertad de expresión, lo que no deja de ser una buena noticia dentro de una mala noticia. 


En estos días, se han confabulado tres anécdotas que algunos han interpretado como síntomas de un proceso involutivo encaminado a la reinstauración de la censura: el secuestro cautelar de un libro, la retirada de unas fotografías en una feria de arte y la orden de prisión para un rapero. Tres anécdotas que muchos han ascendido al rango de categoría mediante la aplicación del discurso del lamento melodramático: según parece, ya nadie puede decir que nuestro gobierno está sostenido por un partido corrupto, que la monarquía es un ornamento anacrónico o que el alcalde de su pueblo es un inepto. Se acabó, al parecer, la diversión.


Bien. Veamos…


            Si en un libro ensayístico se ofrecen unos datos y alguien –así sea el enemigo público número uno- se considera perjudicado por la difusión de esos datos, al considerarlos inveraces o inverificables, está en su derecho de exigir responsabilidades civiles o penales al autor, lo que, lejos de suponer una traba para la libertad de expresión, representa una garantía para la seriedad de la información. En este caso, para que la retirada del libro del mercado sea efectiva, el denunciante –que tan mala espina da- está obligado a depositar una fianza de 10.000 euros para hacer frente al posible perjuicio que pueda ocasionar al denunciado. ¿Medidas propias de un estado de derecho o censura turca?


            La retirada de unas fotografías anodinas, obra de un provocador profesionalizado, tiene menos pinta de ser una conjura ideada por los oscuros poderes represores que la decisión personal, absurda, servil, pazguata y timorata de un directivo de Ifema en el contexto de una feria de arte en la que curiosamente nunca se ha hecho ascos a la provocación, al ser la provocación no sólo gratuita, sino por lo general también rentable: las obras retiradas se han vendido por 80.000 euros. 


            Tras equiparar su arte al de Picasso, el rapero que tiene tatuado un kalashnikov en el antebrazo y que va a ir a prisión por decir unas barbaridades menos cercanas a una ideología política identificable que a una psicosis tipificable, se ha arriesgado a anunciar que su caso es el signo apocalíptico del fin de las libertades colectivas, basadas al parecer en la defensa del asesinato como método de redención social. 


            Resumiendo: lo del libro es una decisión judicial, tan severa y tan discutible como tantas otras, y ya veremos en qué queda, pues de momento la única consecuencia ha sido que el libro en cuestión se convierta en un bestseller, que es algo que a casi ningún libro le viene mal; lo de las fotos, no va mucho más allá de una estrafalaria metedura de pata con efecto de rebote, y lo del rapero… bueno, eso admite tal vez otros matices. Al haber por medio una pena de prisión, no faltan quienes denuncian que su condena implica una regresión y una amenaza para la creación artística. Bien. Lo de otorgar a las creaciones de tal rapero una dimensión artística sería discutible, pero lo de la regresión no: hace cosa de unos 20 años, los humoristas televisivos nos deleitaban con chistes de tullidos, de maricas y de tartamudos, por ejemplo. Hoy no nos hacen tanta gracia. Porque hay regresiones que son en realidad evoluciones. 


De modo que no nos liemos más de la cuenta en nombre de la libertad.


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martes, 13 de febrero de 2018

HABLAR EN PLATEADO (Basado en hechos reales)



(Publicado el sábado en prensa.)


Siempre se ha dicho que viajar ensancha la mente, aviva nuestros sentidos y nos otorga conocimientos fortuitos del mundo y de la vida. Sin duda. Ayer mismo, viajaba yo en tren y pude comprobarlo. Quiso el azar colocarme en el asiento contiguo al de un caballero que, antes incluso de que pusiéramos rumbo a nuestro destino, de amanecida aún, ya estaba amortizando su tarifa plana. Decía Chesterton que oír hablar a alguien por teléfono hace que te sientas como si te faltase la mitad de cerebro, aunque por fortuna no fue el caso, ya que mi vecino tuvo la amabilidad de repetir cuanto le decía su interlocutor, sin duda para evitar malentendidos. 

“Entonces me dices que lo suyo es retirar el material viejo y colocar uno nuevo. Pero ¿de qué material estamos hablando?”, preguntó mi vecino casual de expedición. “Ajá. A ver si lo entiendo. ¿Un material plateado que se adhiere con calor de soplete?” La respuesta fue afirmativa. “¿Y eso da buen resultado?” La respuesta fue igualmente afirmativa: “Entonces me dices que da buen resultado y que es fácil de colocar”. (El material. El plateado.) “¿Me aseguras que eso va a arreglar el problema?”  Por supuesto.

            Una vez convencido del buen resultado y de la capacidad resolutoria del material plateado en cuestión, llamó a otra persona de su confianza, sin duda porque de repente le asaltó una duda metódica, o quizá por el mero placer de universalizar el asunto: “Enrique, oye, mira, que me han dicho que hay un material plateado que es lo que mejor nos viene para eso. Por lo visto, se adhiere con calor de soplete. Infórmate y tomamos una decisión ya. Porque si me equivoco quiero que nos equivoquemos los dos, ¿me entiendes? Y si acierto, que acertemos los dos, ¿de acuerdo?”. Aquello podía considerarse, en fin, un debate asambleario, así lo fuese modestamente a dos bandas. Casi un concilio, en fin, sobre el material plateado.

            Colgó y volvió a marcar. “¿Manolo? Sí, mira, que me ha dicho tu tocayo, el de EMAGESA, que hay un material plateado…”. Deduje que Manolo corroboró el informe favorable de su tocayo Manolo sobre el material plateado. “Entonces, ¿tú crees que esa puede ser la solución?” En cuanto dejó de hablar con Manolo II, recibió una llamada de Enrique, que ya había tenido tiempo de recabar información técnica sobre el material sometido a una investigación ténica. “Vale, pues si tú me dices que puede servir, por mí adelante”. Adelante, pues, con el material plateado. Y prosiguió una ronda de consultas: “Oye, mira, me han recomendado un material plateado que…”.

            Al cabo de unos 200 kilómetros, el material plateado y yo éramos ya casi de la familia. Me levanté y dudé si refugiarme en la cafetería o saltar del tren en marcha. “¿Solo o con leche?”, me preguntó el camarero. Y a punto estuve de decirle: “Plateado”.

sábado, 10 de febrero de 2018

Aquí puede verse la charla que tuvimos Luis Landero y yo el pasado miércoles en la Biblioteca Nacional.
(El título podría ser el resultante de mezclar dos de Julio Camba: Sobre casi todo. Sobre casi nada.)

https://www.youtube.com/watch?time_continue=1575&v=nbjNf0gKF9k


martes, 6 de febrero de 2018

DISFRAZ NEUTRO

Para que ningún colectivo pueda sentirse ofendido, en estos carnavales lo más prudente es disfrazarse de imperativo categórico kantiano.


lunes, 5 de febrero de 2018

¿?

Si un desnudo -lo que somos- implica una "cosificación", ¿qué es un cuerpo recubierto y adornado con "cosas"?

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