lunes, 7 de marzo de 2011

EL BUEN SOLDADO








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La editorial sevillana PARÉNTESIS (www.parentesiseditorial.com), que dirige Antonio Rivero Taravillo, acaba de reeditar, en una nueva traducción debida a Victoria León, la novela El buen soldado, de Ford Madox Ford, que vale mucho por sí misma y también por los caminos narrativos que desbrozó, cualidades que no siempre se confabulan. Antonio tuvo la amabilidad de pedirme que la prologara. Van a continuación algunos fragmentos de ese prólogo:


"Ford Madox Ford empezó a escribir El buen soldado a finales de 1913, a sus 40 años recién cumplidos. Antes de publicarse en 1915, la novela tuvo un título de reverberaciones un tanto melodramáticas: La historia más triste. El editor consideró que se trataba de un reclamo -cualquier título no es mucho más que eso- muy poco atrayente para una sociedad que estaba siendo testigo de las calamidades derivadas de la Primera Guerra Mundial. La discrepancia se resolvió mediante una broma, según explica Ford en el prólogo que añadió a una edición de 1927 de esta novela de atmósfera envolvente y de título tan ambiguo como equívoco, ya que dirige el foco hacia uno solo de los cuatro pilares de la historia: un matrimonio inglés y otro norteamericano que mantienen a lo largo de nueve años una relación en principio afable, a la larga tortuosa y al cabo destructiva".

(...)

Ford no recurre a sentimientos esquemáticos que induzcan -o al menos faciliten- el posicionamiento moral del lector frente a los protagonistas de su novela, sino a sentimientos tan enturbiados como sólo pueden enturbiarse en la vida real; sentimientos extraños, poliédricos y confusos, como lo son tal vez todos los sentimientos cuando se diseccionan y cuando se procura desplazarlos al ámbito de la razón, que no deja de ser una intrusa vanidosa en los asuntos sentimentales. Mark Schorer supone que “en última instancia”, El buen soldado describe un mundo que carece de sentido moral y que revela a un narrador que sufre la locura de la inercia moral: una víctima indolente que ni siquiera se toma la molestia de guardar rencor.

(...) "En esta novela, Ford Madox Ford plantea la coherencia peculiar de las pasiones, una coherencia que está por encima -o por debajo, quién puede saberlo- de cualquier razonamiento lógico, quizá porque las pasiones que merecen ese nombre se alimentan en buena parte de las contradicciones; entre ellas, la que tal vez sea la mayor de las contradicciones posibles: el afán de esclavitud sentimental en nombre de la libertad de los sentimientos" (...)

(...) "El ritmo de la narración es el propio de una conciencia impúdica aunque a la vez temerosa: la conciencia de alguien que quiere contar pero que parece remiso a contar, explícito y escurridizo a la vez; la conciencia de alguien, en fin, que ofrece verdades a medias como táctica para ofrecer una verdad global: una verdad hecha pedazos, hecha de pedazos. “Soy consciente de haber contado esta historia con muy poco orden, de manera que tal vez resulte difícil encontrar el camino por lo que quizá no sea más que una especie de laberinto”, confiesa el narrador. Esa carencia de orden es una de sus virtudes estilísticas: la alteración de la linealidad del espacio y del tiempo narrativos en beneficio de una exposición del discurso mediante la recurrencia continua al flash-back" (...)

Divagaciones al margen, y en resumen, una novela capital.

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6 comentarios:

Juan Be dijo...

La leí hace tiempo y la recuerdo como una novela excelente. Bienvenida esta nueva edición.

Microalgo dijo...

Hombre, la Editorial Paréntesis debería hacer un número especial con textos de Usted.

Porque anda que no le gusta a Usted un paréntesis...

FBR dijo...

Tienes usted razón, don Microalgo: soy un adicto a los paréntesis, aunque últimamente me estoy quitando.

Alberto dijo...

No se quite de los paréntesis, por Dios, que un texto suyo sin paréntesis ha de ser algo así como un poeta romántico sin una enfermedad venérea...

Saludos.

juanjo dijo...

Siempre he oido hablar muy bien de esta novela y ahora tengo un motivo mas para leerla
Un abrazo

Microalgo dijo...

Me adhiero a Maese Pacheco (figuradamente, un respeto). Además, la caracterísitca de ponerle Usted los puntos finales y seguidos dentro de los paréntesis, y no fuera, como aprece más ortodoxo, me ha quitado a mí muchos complejos parentéticos. Así que, por favor, no se corte. Además, los paréntesis en sus textos suelen encerrar jocosidades sin tasa y (no trato de hacer crítica literaria) me encantan.

No para Usted, que medio conoce su propia obra, pero para el resto de asiduos del blog, déjeme poner un ejemplillo (no me demande por poner parte de su obra en internet, ande):

(Porque el sueño es asunto aparte: el descenso a una cripta psicodélica de la razón.) (Una cripta en la que el tigre que está devorándote se convierte de pronto en un rinoceronte alado y en la que el cadáver de una bailarina japonesa se abre de piernas ante ti y te dice «Sácame los ojos», por ejemplo.) (Menuda cripta...) (Y tenemos que pasar en ella, diariamente, seis o siete horas.) (Y regresar de allí como si nada.) (Y afeitarnos y salir a toda prisa a trabajar.) (Felipe Benítez Reyes: El Pensamiento de los Monstruos).

Digo ".)"